RECUERDOS DE LA INFANCIA

Cuando era chica vivía en Parque Chas, un barrio muy tranquilo de Buenos Aires. En la misma casa un P.H.construido con mucho sacrificio por mis abuelos maternos, vivían mi tío casado hermano de mi mamá con su señora y sus dos hijos, mis abuelos maternos, mi tia la hermana de mi mamá con su marido y su hija y en el departamento del fondo, vivíamos nosotros, mis padres, mi hermano menor y yo. Recuerdo las reuniones de la familia en la cocina de mis abuelos,

las mujeres hacían la comida, los hombres jugaban a las cartas y los chicos jugábamos en otra mesa..A veces jugábamos todos a la lotería y nos reíamos de mi abuelo que decía los números en italiano.
Después nos sentábamos todos a comer juntos en familia la sopa de mi abuela, los domingos después de ir a misa nos reuníamos a comer las pastas que amasaba mi abuela.
A mi tia la hermana de mi mamá le gustaba hacer postres y algún bizcochuelo o buñuelos para la hora de la merienda.
Cuando cumplía años, invitaba a mis compañeras del colegio primario y a mis primos, me gustaba que mi mamá ponga la mesa en el comedor, con un mantel bordado, y sacaba las tazas y los platos del juego de porcelana, el chocolate tenía otro gusto.
Mi tía me hacía la torta y los chips con jamón y queso, nada se compraba, todo era casero y lo comíamos con gusto porque no lo veíamos todos los días como ahora.
El pollo no se comía siempre, se mataba uno para las fiestas o para algún día especial, al igual que los ravioles.
No teníamos horno en casa llevábamos a la panadería la asadera con la carne con papas o con el lechón en Navidad y las veredas amanacían llenas de grasa de las asaderas que pasaban chorreando, llevadas por los vecinos.
No había delivery como hay ahora, la leche la traían a casa con un tacho y la medida, saliamos con la lechera y el lechero la llenaba según la medida que pedíamos.
También al mediodía pasaba la panificación tocando la corneta un sonido conocido por todos, se paraba en la esquina y todos iban a comprar el pan lactal.
También pasaba el vendedor de escobas, sillas, plumeros, sillones, mesas de mimbre y de paja vendiendo por las calles.
Que Buenos Aires alegre, tranquilo, donde la niñez crecía en las veredas, dando la vuelta manzana con la bici, el triciclo o jugando a la rayuela, al vigilante y ladrón, a los fosforitos, a la escondida o a la ronda.
Que puedo decirte Buenos Aires, cuando te recuerdo tal cual eras, me lleno de nostalgia y con el recuerdo vuelvo al barrio de mi feliz infancia.

Cristina Suárez

Agradecemos a Cristina Suárez el envío del presente material.