CORRIDAS DE TOROS EN BUENOS AIRES

Por el Prof. Jorge Ochoa de Eguileor
CORRIDAS DE TOROS EN BUENOS AIRES
Material de Anotaciones para la pequeña historia de Buenos Aires


Foto del manuscrito original solicitando autorización para la
construcción de la Plaza de toros de Montserrat.

«…y después de la capilla y los rezos viene el ruedo, el miedo de un valiente, cara a cara con el toro y luego… ¡La muerte o la gloria!

Leemos textualmente en el último párrafo del Acta del Cabildo del día 26 de octubre del año 1609. Dice así: «En este cavildo se trató como de presente venía el día del Señor San Martín, patrón desta ciudad y que las calles desta dicha ciudad están llenas de yerba y muchos barrancos y para que se limpien se le encarga mande a todos los vecinos y moradores limpien y aderecen las dichas calles dentro de un término breve poniéndoles pena, la que le pareciere, las quales execute en ellos no lo cumpliendo y anssí mismo de abisso a el obligado de las carnicerías que para el dicho día del patrón traiga los toros que se ande correr en la placa pública della».
Esta es la primera noticia fehaciente de una corrida de toro en la «ciudad de la Trinidad Puerto de Buenos Ayres» que tuvo lugar el 11 de noviembre de aquel 1609 como parte de las festividades en honor de San Martín, patrono de la ciudad.
Pero ¿en qué plaza de toros se realizó aquella corrida?
Para aquellos años el Cabildo, si bien estaba emplazado en el mismo lugar en que lo está actualmente, era apenas un rancho de adobe y techo de paja. Sin embargo, aquella institución, como tal, tenía la mayor importancia en la ciudad. Frente a él se formaba el «ruedo» en el que se realizaban las corridas. Las bocacalles se cerraban con carretas y una empalizada improvisada hacía las veces de perímetro. Fuera de él se instalaba el pueblo en rústicas graderías y palcos armados con tablas sujetados con tientos de cuero.
Aquel era uno de los principales entretenimientos públicos, no religioso, con los que contaba la ciudad. La actual calle Bolivar, en su nacimiento sobre la Plaza Mayor, se convirtió en el primer «encierro» o «toril» desde donde se lanzaban los toros al ruedo.
Hasta 1793 en que se inauguró la Plaza de Toros de Montserrat, las fiestas taurinas, con las que se celebraban los cumpleaños del rey, las festividades del patrono o la recepción de un nuevo obispo, gobernador o posteriormente virrey, siguieron realizándose en las improvisadas plazas de toros de la Plaza Mayor, frente al Cabildo. Incluso se siguieron realizando después de la esa fecha. Entre noviembre de 1795 y enero de 1796, bajo la protesta de los propietarios de la plaza de toros de Montserrat que la consideraban una ruinosa competencia, el Cabildo organizó doce corridas en honor al nuevo y efímero virrey don Pedro de Melo y Portugal de Villena.

PLAZA DE TOROS DE MONTSERRAT

Lo que habían pensado los vecinos cuando donaron los terrenos para la construcción de una plaza de toros, en cuanto que aquello debía dar vida y colorido al barrio, y resultó un fiasco. El lugar se convirtió un refugio de vagos y mal entretenidos, casi un basural, una zona peligrosa para quienes se aventuraban a transitar por allí.
Los vecinos no tardaron en pedir su demolición. Obviamente lo consiguieron. Pero antes de hablar de la demolición, vale rememorar algunas características de aquella plaza de Montserrat.

El toril, por donde se lanzaban los toros al ruedo, estaba formado por una pequeña callejuela sobre el costado norte

de la balconada, edificio de altos que se adjudicaba como su propiedad de Miguel de Azcuénaga y cuyos balcones altos servían de palcos para las autoridades que concurrían a la fiesta taurina. La calle recibía el nombre de «calle del pecado», por razones obvias (luego tomó oficialmente el nombre de Aroma, recordando el combate librado por las fuerzas patrióticas, al mando de Esteban Arce y Bartolomé Guzmán, en el valle de Arohuma (Bolivia), el 14 de noviembre de 1810. Lo que fuera la vereda norte de aquella callecita es hoy el costado sur del edificio del Ministerio de Salud y Acción Social (en la avenida 9 de Julio).
La concesión otorgada a los dueños de la Plaza Montserrat era por cinco años y vencía en 1798. Ante el reclamo de los vecinos, se ordenó su demolición a principios de 1799. Así moría la primera plaza de toros construída específicamente para tal fin.

UNA PLAZA DE TOROS PARA DIEZ MIL ESPECTADORES

Pero plaza de toros, lo que se dice «plaza de toros», fue la que se inauguró el 14 de octubre de 1801, en el Retiro (hoy Plaza San Martín), construída por el marino Capitán Martín Boneo en homenaje al cumpleaños del Príncipe de Asturias, heredero del trono de España. El rey era entonces Carlos IV y el virrey don Joaquín del Pino.
Más de 40.000 pesos costó su construcción, capaz de albergar a casi diez mil espectadores. Era de forma octogonal, construída con ladrillos, y se asemejaba a las mejores plazas de la España peninsular. Sus tribunas altas estaban hechas de tablones (como las viejas canchas de fútbol). Por una galería se ascendía a los palcos, separados unos de otros por tabiques de madera. Constaba con todas las dependencias de las grandes plazas: corrales, toril, enfermería y hasta la tradicional capilla enla que el torero, antes de salir al ruedo, se encomendaba a la Virgen y sus santos predilectos. También contaba con dos cuartos con rejas, que funcionaban como cárcel donde se encerraban a los rateros y mal entretenidos, en especial a los espontáneos. ASí se llamaba a los espectadores que, por sorpresa, se lanzaban al ruedo a torear al toro o novillo destinado a las corridas. En aquellos tiempos había también quienes, desde las graderías, tiraban piedras, palos, huevos o tomates, cuando no les agradaba el espectáculo.
La última corrida de que se tiene noticias ocurrió el 11 de noviembre de 1809, según lo que nos dice el célebre autor de «Tradiciones», el Dr. Pastor Obligado. Siete años más tarde, el 16 de enero de 1816, se inició la demolición de la plaza de toros. con el material de la demolición se comenzó a construír el Cuartel del Retiro, junto al viejo cuartel que había albergado, uno años antes, al Gral. San Martín y a sus granaderos.
Esta ha querido ser una brevísima síntesis de la historia de las plazas de toros en nuestra ciudad, en los años de la Colonia y en los albores de nuestra historia eomo país libre.

Bibliografía:
Tradiciones de Buenos Aires, 1711-1861. «La última corrida», Pstor Obligado, Imprenta del Congreso, Balcarce 290, Buenos Aires, 1896.
Toros y toreros en el Río de la Plata, Gori Muñoz, Schapire Editor, Buenos Aires, 1970.
Los clarines del miedo, Antonio González Moreno Navarro, Diputación de Barcelona, Barcelona, España, 1993.


Plano de la Plaza de Toros de Montserrat – A.G.N.

 

 

PLAZAS DE TOROS EN BUENOS AIRES
25 fotografías de Documentos manuscritos originales solicitando autorización por parte de Raymundo Mariño para la construcción de la Plaza de toros de Montserrat y cuadros de rendición de cuentas de la marcha del mal negocio de esta plaza y su quebranto. Fotografías del plano de la construcción de la misma.
Documentos fechados entre los años 1790 a 1806.